CARMENCITA 2009

Cuento infantil de 11 ilustraciones, no publicado.
Ilustraciones originales coloreadas con café, tema presente también en la historia.

// Story for children of 11 illustrations, not published.
Original illustrations coloured with coffe, also a main subject in the tale.


CARMENCITA
Carmencita miró el reloj de reojillo mientras amanecía de repente y los pájaros se ponían a entonar una copla mañanera. Coronada de guirnaldas entró en la cocina, donde soplaba una suave brisa del mar.
En la mesa ya estaban todos preparados para el desayuno: la cafetera, bien brillante, que era coqueta; el café, un morenazo; y la taza, con el platito, la cuchara y el azucarero, que venían vestidos a juego. (Si en tu casa no te esperan así de bien preparados, hazlo tú mismo, ponlos a todos sobre la mesa como el cuento indica).
Abre y aspira el aroma del café tal y como hizo Carmencita. Luego, con sumo cuidado para que a nadie le duela, desenrosca la cafetera y echa un poco de agua limpia y fresca del grifo.
Carmencita tarareaba la copla de los pájaros. Mientras, tú pones el café en la cafetera y la cierras a conciencia pero sin pasarte, que luego no la vas a poder abrir.
El primer rayo de sol entró por la ventana de la cocina y rodeó el fogón como una culebrilla encendiéndolo suavemente.
Carmencita y tú ponéis la cafetera en el fuego y os sentáis a esperar.
Ella se quita las guirnaldas que le salen en el pelo todas las mañanas porque no le gusta parecerse a la virgen. Le da las gracias al rayo y con la puntita del dedo lo empuja fuera de la cocina despidiéndose de él hasta mañana.
Es entonces cuando llega su momento preferido de la mañana.
La bata de Carmencita tiene dos bolsillos. En uno guarda el retrato de su amado, en el otro guarda un pañuelo blanco bordado a punto de cruz por ella misma. Saca las dos cosas. El retrato lo pone sobre la mesa con un suspiro tan hondo que los pájaros enmudecen sin decir ni pío y se van a trabajar a otra calle. Con el pañuelo en las manos, mirando fijamente al retrato, Carmencita espera un poco hasta que la cafetera se pone a hacer ruido, entonces ella se hecha a llorar. Al principio solo hecha una gota de lágrima que le moja un poco la cara. Todo se va llenando del olor a café, la cafetera lo expulsa como loca de contenta y Carmencita llora con más intensidad cada segundo que pasa: cada vez más lágrimas, más café, más ruido y el retrato no se mueve del sitio. Hasta que la cafetera se calla, el pañuelo seca las lágrimas, y tú le sirves a Carmencita un rico café.